Viejas revelaciones?

Para los que no se ubican, de un tiempo a esta parte, me volví alcohólico, por tanto, como a todo buen alcohólico, me pasaron todas las cagadas por las que puede pasar uno de esos indeseables, a saber: grescas callejeras, pérdida de dinero, amenazas de muerte (en una de las partes salientes más relevantes, una de las cartas amenazadoras postulaba que me mandarían a matar por 200 $us y tras menos de 1 segundo de reflexión, aseguraron que tratándose de mi, cualquiera lo haría gratis, no sin antes afirmar que soy un negro de mierda con chistes malos al que no soporta ni su familia, en fin, ni dando mi mejor esfuerzo me hago querer) amores y desamores (de los que salen aún más amenazas de muerte o rebotadas TAN sonadamente salvajes que son casi capaces de dejarme en órbita alrededor del cometa Halley y conste que no soy precisamente del tipo Don Juán pero dicen por ahí que quien tiene paloma, siempre la quiere ver volar -¿?-) para llegar a los clásicos extremos de no saber cómo llegas a amanecer entre dos hombres en una casa que no conoces o de dormirte en tu propio vómito y el más gracioso, comer tierra en un basural con la disque teoría de que comer basura cura el chaqui, eso sin olvidar el hecho de las desveladas, las puteadas en el trabajo, en la casa (de las cuales una incluso terminó en golpiza) las rencillas entre amigos y entre pseudoamigos, la absurda competencia entre machos de la especie para ver cuál de todos los del grupo se hace mandar más rápido y más feo a la más lejana de las mierdas (competencia que, sin ánimo de presumir, gané yo con todas las de la ley) ese pesar del día siguiente, sabiendo que uno no puede echarse el mundo a los hombros y exterminar todo rastro de trago de la faz de la tierra, porque hay algún boludo que lo sigue produciendo.

Tras esa breve introducción, este borrachito tumusleño, pide a todos una mano, no esa clase de mano que te lo hace parar un taxi para que te vayas a tu casa a dormir el chaqui, no esa clase de mano que se apoya en tu hombro, mientras la otra te saca el celular, tampoco esa clase de mano que extiende el dedo del medio en señal de "yo te amo", quiero una mano de esas que se agitan, hacia arriba y hacia abajo en un frenesí amistoso e incondicional, esa mano juguetona y sinverguenza que me saque del mundillo del chisme.

Con ese sentido llamado a la piedad humana, anuncio que me retiro de los comics porque por ellos me volví un borracho miserable.

Desearía poder volver a esos años de la infancia, donde salía a jugar con mis amiguitos a la plaza de la esquina y después de una salvietti o dos, nos íbamos a la casa de alguno de nosotros a mirar las pornos del hermano mayor que nos pescaba y nos hacía suyos en justo castigo por nuestras confianzudas mañas.

Amén, gracias a Marco, por la inspiración y a Álvaro, por la exhalación